En un lugar de la frontera de cuyo nombre no quiero acordarme. Javier Areán
EN UN LUGAR DE LA FRONTERA DE CUYO NOMBRE NO QUIERO
ACORDARME
“Los componentes heterogéneos que se han unido en el
movimiento cívico por la memoria en España ejemplifican de muchas formas cómo
la existencia de un pasado difícil en todo continente europeo puede crear, y ha
creado, “comunidades de memoria y conciencia cívica” que no son congruentes ni
están delimitados por los estados nacionales en los que surgen, porque estas
comunidades existen con carácter transnacional al igual que intergeneracional,
cruzando también muchas otras fronteras culturales y materiales, pero siempre
comprometidas con descubrir el pasado, y en el proceso, desarmar los mitos letales del nacionalismo.”
La Guerra y su Sombra, Helen Graham
Tras la caída de
Barcelona en 1939 durante la Guerra Civil Española, Gumersindo Areán Rodríguez
salió de España con dirección a la frontera francesa para ser reclutado (como
tantos otros miles de españoles) en Argelès-sur-mer, un campo de internamiento.
Tras permanecer ahí unos meses, se exilió en México, país en el que vivió sin
regresar jamás a España.
Las obras de esta
exhibición parten del recorrido que Javier Areán realizó en mayo del 2013
siguiendo de manera inversa el trayecto de su abuelo. El resultado, autónomo y
personal, se encuentra cargado de una capacidad compositiva, de manejo del
color, técnica, de una magnitud capaz de asombrar al espectador a pesar de la
temática y las implicaciones de las escenas representadas.
Areán, movido por
la investigación, une la exploración intelectual y el imaginario alrededor de
la Guerra Civil Española para indagar en las vivencias y procesos que marcaron
no sólo a su abuelo, sino a toda una comunidad. Se apropia de fotografías y
documentos de la época para hacer conciencia de que más allá de realizar una
copia de hechos e imágenes históricas, realiza una reflexión de las
posibilidades o imposibilidades de tales copias. Su trabajo, con un significado
que va más allá de lo visible, lo identifica a él como receptor de una historia
que cruzó las barreras generacionales, haciendo evidente que las vivencias familiares
son parte de su formación como individuo. Como en un espejo, donde el reflejo
se convierte en un lugar alterno que no existe pero que está presente.
En la medida en la
que el horror puede ser representado, Areán muestra una legítima imagen de un
trayecto con las condiciones y padecimientos que implican el caminar en la
conciencia de dirigirse hacia el exilio llevando consigo las mínimas
pertenencias. El incluir el registro de los cambios en el paisaje a través de
los años, también se convierte en una reflexión de la forma en la que se viven
y recuerdan estos hechos. Complementando la cita anterior de Helen Graham,
habrá que añadir que en la obra de Areán se hace visible que “[los prisioneros]
eran muertos civiles, estaban excluidos de todas las “naciones”, y
desprovistos, así, tanto de los valores simbólicos como de los derechos que
aquellas implicaban”.
Siendo esto unos
de los puntos clave de las obras expuestas podemos recurrir a Foucault, en Los
espacios otros, cuando habla de las heterotopías como lugares reales que se
presentan como espacios-otros que obligan a una lectura distinta, que obligan a
una desidentificación. Los caminos, los barcos, los campos de concentración,
todos espacios donde los exiliados españoles transitaron, se vuelven espacios
flotantes, lugares sin lugar, donde se diluyen las identidades sociales y
culturales, como también ha estudiado Marc Augé desde la etnología.
Javier Areán
realiza un trabajo estético de registro y documentación, ha transformado y se
ha apropiado de la historia. Un tema histórico altamente político, llevado a un
nivel personal que evidencia la manera en que la historia tanto de Areán, como
de muchos otros (incluidos los
espectadores de esta muestra) ha sido marcada por el exilio español.
INÉS MALDONADO CABAÑAS
“…El Exilio no es
una palabra, ni es un drama, ni una estadística sino que es un vértigo, un
mareo, un abismo, es un tajo en el alma y también en el cuerpo cuando, un día,
una noche, te hacen saber que aquel paisaje tras la ventana, aquel trabajo,
aquel amigo, aquella silla y aquel hueco en aquel colchón, aquel sabor, aquel
olor y aquel aire que habías perdido, lo has perdido y lo has perdido para
siempre, de raíz y sin vuelta. Si somos capaces de sentirlo, siquiera un
instante, tal vez pueda evitarse volver a caer en él nunca más…”
Daniel Sueiro.
Ligeros de Equipaje,
Jorge Díaz.
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- Alberto Apáez, Farenheit:
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http://www.dximagazine.com/2016/01/11/frontera-y-exilio-javier-arean/ |
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